La artrosis es la enfermedad articular más frecuente en España: la padecen 10 millones de personas. Eso es una persona de cada seis. Afecta al 65% de las personas mayores de 65 años y el riesgo de desarrollarla aumenta con la edad. El envejecimiento es, por tanto, una de las causas de la artrosis, pero la herencia también es un factor, especialmente para la forma de artrosis que afecta a las manos.
Se trata de una enfermedad articular que provoca la degeneración crónica y posterior destrucción del cartílago, el tejido entre los huesos que sirve para absorber los impactos. Cuando deja de cumplir su función, los movimientos pueden resultar más difíciles (rigidez, hinchazón) y luego dolorosos o incluso imposibles. La destrucción del cartílago provoca inflamación y el contacto entre dos estructuras inervadas (los huesos) que normalmente no deberían tocarse provoca gran parte del dolor.
La enfermedad consta de dos fases. Conocerlas le permitirá adaptar su comportamiento y vivir mejor con la artrosis:
La artritis, en cambio, es un síntoma de otras enfermedades (como la artritis reumatoide): se refiere a la inflamación de las articulaciones. Por lo tanto, puede ser igual de incapacitante (dolor, hinchazón articular, dolor nocturno, necesidad de “desentumecer” las articulaciones por la mañana, etc.). Sin embargo, la artrosis y la artritis pueden estar relacionadas: el riesgo de artrosis aumenta en los pacientes que padecen artritis reumatoide.
Hasta la fecha, sólo existen tratamientos para los síntomas de la artrosis, destinados a aliviar el dolor (analgésicos como el paracetamol) y la inflamación (AINE o antiinflamatorios no esteroideos). También tienen su parte de efectos secundarios y no son suficientes para el tratamiento general de la enfermedad.
Los AINE se utilizan para aliviar la reagudización de la artrosis. La duración del tratamiento con AINE debe ser lo más breve posible. La gravedad de los efectos secundarios aumenta con la edad, al igual que el riesgo de osteoartritis. Los analgésicos más potentes que el paracetamol (derivados de la morfina) deben mantenerse como último recurso debido al riesgo potencial de adicción.
Es posible realizar infiltraciones de corticoesteroides (inyectados directamente en la articulación dolorida). Esto permite una acción local, evitando los numerosos efectos indeseables de la toma oral (retención de agua, trastornos del sueño y sobreexcitación, hipertensión arterial, diabetes, adelgazamiento de la piel y cicatrización más lenta). Debido a estos numerosos efectos secundarios, los corticosteroides se reservan para el tratamiento de las fases agudas más dolorosas e incapacitantes.
Existen antiartrósicos sintomáticos de acción lenta (AASAL: condroitina, insaponificables de soja o aguacate, glucosamina, diacereína), pero su eficacia es discutida y está sujeta a controversia.
La investigación sobre el tema es activa, y se barajan varias vías de tratamiento: regeneración del cartílago, consumo de aminoácidos, mejor prevención, etc. También se está estudiando el papel del sistema inmunitario, ya que las crisis inflamatorias podrían indicar alteraciones inmunitarias.
Sin embargo, los profesionales sanitarios son unánimes: el tratamiento siempre implicará una combinación de medicación y medidas complementarias. Por ejemplo, perder unos kilos (alrededor del 5% del peso) puede mejorar el dolor y proteger las articulaciones debilitadas por la enfermedad. ¿Y si el CBD ofreciera un complemento a estas medidas?
¿Es el CBD una buena alternativa para la artrosis y la artritis?
En varios de nuestros artículos ya hemos hablado de las propiedades del CBD. El CBD está especialmente indicado para ayudar a las personas que padecen (a menudo) dolores crónicos. Veamos cómo el CBD puede tener un efecto beneficioso en enfermedades como la artrosis y la artritis.
La acción del CBD sobre el sistema endocannabinoide aún se está investigando, por lo que no se puede concluir nada sobre su acción general contra la inflamación. Sin embargo, hay varias vías que hacen del CBD un complemento interesante a los tratamientos vistos anteriormente:
En primer lugar, recordemos que existen muchas formas de artrosis y muchas causas de artritis. Además, cada persona reaccionará de forma diferente en función de la zona afectada, pero también de sus características personales (peso, tratamientos actuales, psicología…).
El aceite de CBD será la piedra angular de los efectos sobre el organismo. La dosis debe tomarse 3 veces al día con las comidas para obtener un efecto repartido a lo largo del día y, por tanto, sobre el dolor. Si las molestias son más nocturnas, la toma puede trasladarse a la noche (y completarse con una infusión).
Los productos cosméticos CBD son complementarios y permiten una acción localizada de bienestar.
Una Gel enriquecida con CBD será particularmente eficaz en las formas artríticas de las manos, pero también en la piel que desarrolla patologías ligadas al estrés: eczema, psoriasis… El aceite de masaje puede ayudar a drenar los músculos doloridos después de un ataque y a desinflamar las articulaciones. También se puede utilizar en los hematomas. Un cuerpo rígido y dolorido se golpea y a veces se cae con más frecuencia.
En las personas mayores, las consecuencias de estos choques pueden ser dramáticas, por lo que es especialmente importante garantizar una actividad física moderada pero eficaz (estimulación de los músculos, del sistema nervioso, interacción social, mantenimiento de un peso correcto, etc.).
El Gel de CBD, a través de una aplicación cutánea, permite cuidar estos hematomas y evitar un exceso de dolor ligado a estos choques. Además, las propiedades calmantes del CBD son interesantes para ayudar a las personas que sufren artrosis y artritis. El CBD es especialmente adecuado para las personas que buscan un suplemento de bienestar para aliviar el dolor crónico, calmando tanto el cuerpo como la mente.