Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), la salud se define como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. La noción de salud mental es, por tanto, parte integrante y esencial del estado de bienestar.
Según la OMS, en menos de 25 años, el número de personas con síntomas de ansiedad y/o depresión ha aumentado un 50%. En 2017, más de 260 millones de personas en todo el mundo sufrieron trastornos de ansiedad. Con la actual crisis de Covid-19 y las excepcionales medidas de contención, el aislamiento social ha aumentado claramente, al igual que las manifestaciones de estrés y ansiedad entre los europeos.
Tras recordar de dónde proceden el estrés y la ansiedad y cómo se manifiestan, veremos por qué el CBD, como el aceite de CBD, resulta ser una buena solución calmante y, por último, cómo consumirlo de forma óptima.
El estrés es un fenómeno bien conocido por todos, no es necesariamente patológico, al contrario. El estrés es una reacción fisiológica. Puede ser útil y permitirnos, por ejemplo, estar alerta en una situación de peligro: es una de las manifestaciones del instinto de supervivencia.
También puede sentirse en el período previo a un acontecimiento importante, como un examen o una actuación en público. Pero el estrés también puede ser limitante cuando forma parte de las manifestaciones patológicas de los trastornos de ansiedad, entonces se convierte en irracional.
El Larousse define la ansiedad como “un trastorno emocional que provoca un sentimiento indefinible de inseguridad”. Es una sensación difusa, difícil de explicar por la persona ansiosa.
Puede proceder de una fuente exógena relacionada con el estilo de vida o la profesión, por ejemplo. También puede proceder de una fuente endógena y, por tanto, de alteraciones fisiológicas.
Es el caso de varias patologías como el TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático), el TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), el trastorno maníaco-depresivo bipolar, la depresión, el TAG (Trastorno de Ansiedad Generalizada) o las fobias invasivas (por ejemplo, la agorafobia).
Las manifestaciones somáticas de la ansiedad son numerosas y van desde la sudoración, las pesadillas y las palpitaciones hasta las crisis de ansiedad.
El CBD (cannabidiol) se obtiene de la planta de cannabis. Desde hace muchos años se reconoce su eficacia en multitud de patologías mentales. Su acción sobre la gestión del estrés y los trastornos de ansiedad podría explicarse científicamente por varias observaciones.
Por un lado, la presencia de receptores endocannabinoides CB1 en la amígdala, el hipocampo y el córtex cingulado del cerebro (estructuras cerebrales conocidas por regular la ansiedad) indica que el sistema endocannabinoide está implicado en el control de la ansiedad.
Aquí tienes un estudio publicado en 2015, en el que se destacaba que “el CBD tiene un potencial considerable como tratamiento para múltiples trastornos de ansiedad”.
Por otro lado, el estudio TRAILS (Hypothalamic-Pituitary-Adrenal Axis Reactivity to Social stress and Adolescent Cannabis Use) realizado en 591 sujetos y publicado en 2011 en la revista Addiction por la doctora Andrea Prince van Leeuwen y sus colegas destacó los beneficios del cannabis en la respuesta al estrés.
De hecho, una forma de evaluar la respuesta del organismo al estrés es medir el llamado “eje de reacción hipotálamo-hipófisis-suprarrenal”. Este eje también está regulado por el sistema endocannabinoide.
En su estudio, los consumidores de cannabis mostraron puntuaciones mucho más bajas que los no consumidores, lo que apunta a su mejor gestión del estrés.
Además, este eje HPA modula la liberación de hormonas esteroideas de las glándulas suprarrenales, como el cortisol, la llamada hormona del estrés. Por último, el sistema endocannabinoide también interviene en la memoria emocional, que está estrechamente relacionada con el estrés.
Como se ha descrito anteriormente, la ansiedad suele ser una manifestación somática de una patología mental, como la depresión. En este caso, los científicos han identificado una deficiencia de serotonina, es decir, una concentración cerebral demasiado baja de este neurotransmisor estrechamente relacionado con el estado de ánimo, el sueño y el comportamiento agresivo.
El CBD también es muy interesante en un contexto en el que los tratamientos tradicionales para estos trastornos son en su mayoría benzodiacepinas con fines ansiolíticos, antidepresivos o somníferos.
En efecto, la eficacia de estos últimos se cuestiona desde hace varios años y va acompañada de efectos secundarios muy graves como irritabilidad, confusión, pérdida de memoria, agravamiento de la depresión y, sobre todo, un potencial adictivo muy fuerte.
El CBD garantizaría una eficacia al menos equivalente a la de las benzodiacepinas pero sin sus efectos secundarios y reduciría considerablemente su consumo adictivo.
En cuanto a la dosificación, no existe una dosis precisa que pueda aplicarse a todo el mundo. El sistema endocannabinoide difiere de un individuo a otro, al igual que el origen o la expresión de los trastornos. Es aconsejable empezar a tomar CBD de forma gradual: empezar con una dosis baja (20-30 mg/día) y aumentar muy gradualmente. No existe una dosis máxima que no deba superarse.
El objetivo es alcanzar una dosis que alivie los síntomas deseados. Es esencial intentar determinar con la mayor precisión posible la dosis adecuada. Es cierto que en el caso del vaping, aunque este método es muy efectivo y apreciado por muchos usuarios, es más difícil evaluar cuántos mg de CBD se consumen con cada calada debido a: la pérdida de fitocannabinoides al exterior, la capacidad pulmonar y la variabilidad de una planta a otra
En cuanto al modo de administración, lo mejor es elegirlo en función de los síntomas:
Además, la combinación con otras plantas con las mismas virtudes terapéuticas, como la valeriana por ejemplo, también puede ser muy beneficiosa.
Por último, es preferible favorecer los aceites de CBD de amplio espectro para aprovechar el efecto séquito y, por tanto, los beneficios de los demás principios activos de la planta, como los terpenos.
En efecto, el linalol, también presente en la lavanda y el laurel, o el limoneno, presente en la menta y la piel de los cítricos, tienen propiedades ansiolíticas, antiestrés y antidepresivas.
En conclusión, como para la mayoría de las supuestas virtudes terapéuticas del cannabis, es necesario continuar los estudios clínicos en el modelo humano, en muestras más grandes, para determinar con más precisión las dosis adecuadas y así reforzar la evidencia científica.
También es necesario recordar la importancia de informar al médico y/o psiquiatra sobre el consumo de CBD.
Por último, es importante recordar que el CBD no sustituye a la psicoterapia, que es esencial para el tratamiento de los trastornos mentales. La combinación de psicoterapia y fitoterapia ha demostrado ser la más beneficiosa y menos tóxica para los pacientes.