La planta de cannabis, también conocida como cáñamo, sintetiza de forma natural numerosos principios activos en sus sumidades floridas: fitocannabinoides, terpenos y flavonoides.
El CBD, cannabidiol, pertenece a la primera categoría, al igual que el THC, tetrahidrocannabinol, bien conocido por su potencial psicoactivo. Hay más de un centenar de ellos y no todos han sido identificados hasta la fecha. Entre 1915 y 1927, en Estados Unidos se prohibió el cannabis por primera vez en 10 estados. Esta ola de prohibición se extendió gradualmente a Europa y la planta se declaró finalmente ilegal en 1961, en la época de la Convención Única de las Naciones Unidas.
En la actualidad, el marco legislativo que regula la producción, extracción, transformación y distribución del cáñamo, a menudo muy estricto, sigue evolucionando y difiere de un país a otro. España prohíbe su uso recreativo, pero poco a poco empieza a reconocer sus propiedades terapéuticas y de bienestar.
Por eso, hasta la fecha, todos los productos a base de cannabis, salvo los medicamentos, deben cumplir los requisitos legales, es decir, una concentración de THC < 0,2%.
Esta norma es muy difícil de cumplir para los profesionales y por eso en los últimos años ha aparecido una nueva alternativa: los cannabinoides sintéticos. Pero, ¿Cuáles son las diferencias entre el CBD de origen vegetal y el CBD sintético? ¿Y cuáles son los peligros potenciales?
Los químicos son ahora capaces de identificar y aislar la estructura química de una sustancia orgánica y recrearla de forma idéntica con moléculas sintéticas. En teoría, el CBD sintético interactuaría con el organismo de la misma manera que el CBD natural, en particular con el sistema inmunitario. Tendría las mismas virtudes terapéuticas, como su potencial antiinflamatorio, antiepiléptico y antiespasmódico. Sin embargo, veremos que existen diferencias entre los fitocannabinoides, producidos de forma natural por la planta, y los cannabinoides sintéticos.
En primer lugar, es importante recordar que en España los costes de producción y de mano de obra de los productos naturales a base de CBD son muy elevados. De hecho, los cultivadores de cáñamo sólo pueden cultivar las variedades autorizadas por el Gobierno, agrupadas en un catálogo. Se han seleccionado por sus características. Destinado principalmente a la industria, se centra en los tallos y las hojas. Las flores de Cbd no suelen estar permitidas y no deben tener un contenido de THC superior al 0,2%.
Sin embargo, los principios activos de la planta se encuentran casi exclusivamente en las sumidades floridas y, más concretamente, en los tricomas, las pequeñas glándulas que contienen la resina del cannabis. Como las flores de estas variedades autorizadas contienen muy poco CBD, se necesitan enormes cantidades de materia prima para la extracción y fabricación de aceite o cápsulas de CBD, por ejemplo.
El CBD sintético ofrece una alternativa mucho más barata. Se venden como idénticos a los fitocannabinoides, con los mismos beneficios y efectos secundarios, pero con un coste limitado, mano de obra y el riesgo de superar el límite de concentración de THC permitido.
Además, puede haber diferencias en el funcionamiento de una molécula natural y una sintética. Los extractos de plantas complejas contienen varias moléculas que, incluso en forma de trazas, pueden interactuar con varios objetivos en el organismo, el llamado efecto séquito.
Con el CBD sintético, la química ofrece un nuevo enfoque de “fármaco único/destino único”, que elimina el riesgo de interacciones o ciertos efectos indeseables de los productos de CBD natural.
Por último, la química y los cannabinoides sintéticos también pretenden satisfacer una necesidad de seguridad de los consumidores, sobre todo en el uso medicinal. En efecto, un paciente ya debilitado por su patología debe estar seguro de que el tratamiento es seguro. No pueden permitirse consumir productos que contengan restos de pesticidas, bacterias, hongos o disolventes debido a una filtración deficiente.
El verdadero peligro es intentar aumentar las concentraciones con fines comerciales. Es absolutamente necesario informar sobre el peligro potencial de estos productos. No se consumen de la misma manera y, por tanto, no presentan los mismos riesgos de efectos adversos. El año pasado se registraron numerosos casos de intoxicación aguda en Reims, tras consumir un líquido para cigarrillos electrónicos vendido como líquido CBD. Marie Masure, médico del centro de adicciones de Reims, advierte de los peligros de estos productos: “pueden provocar agitación, agresividad, letargo profundo, náuseas y pérdida de conocimiento, e incluso la muerte”.
En conclusión, los cannabinoides sintéticos son ahora parte integrante del panorama del cannabis medicinal en Europa. Pueden ser necesarios para algunos estudios, ya que facilitan el suministro de cannabinoides y garantizan dosis estables.
Es el caso del ensayo clínico dirigido por el profesor Blin en el Hospital Timone de Marsella para probar la eficacia del CBD y el THC en pacientes de Parkinson.
El CBD sintético también va en contra del enfoque holístico de la planta y de la fitoterapia en general. En efecto, la síntesis priva del efecto envolvente. Sin embargo, ahora sabemos que potencia los beneficios terapéuticos de la planta. Cuanto más se acerque a una composición natural, mejor responderá el organismo.
Privarse del efecto séquito puede ser realmente perjudicial para los pacientes. Además, hay muy pocos datos toxicológicos o retrospectivos sobre el impacto sanitario de estas moléculas sintéticas. Los agricultores y los gobiernos también han abordado la cuestión de la seguridad de la composición antes mencionada y han establecido normas muy estrictas denominadas BPF de la UE para los cultivos medicinales. Gracias a los avances de la ingeniería, los productores pueden ahora cumplir los mismos requisitos.
También es importante recordar que la síntesis de cannabinoides no favorece a la agricultura europea, experta en el cultivo del cáñamo, primer productor de Europa y tercero del mundo.
Por último, al comprar un producto de CBD, sintético o no, le aconsejamos encarecidamente que se informe siempre sobre el origen y la composición del producto para garantizar su uso seguro.